lunes, 17 de diciembre de 2012

Ese punto azul pálido

La Tierra, hogar y cuna de la humanidad. Tan inmensa para nosotros que tardaríamos un año en recorrer su diámetro caminando 8 horas diarias. Nuestra canica azul es tan pesada como 80.000.000.000.000.000.000.000 personas. El agua que corre por la tierra es tan abundante que se podrían llenar 540.000.000.000.000 piscinas olímpicas (cada una de 2,5 millones de litros). Incluso su edad se escapa de nuestro entendimiento. Los 80 años (esperanza de vida en Europa) de una persona se quedan muy cortos frente a los aproximadamente 4.500.000.000 años que tiene la Tierra.
Durante muchos años, la inmensidad de la Tierra nos ha hecho creer que es tan enorme que todo giraba en torno a ella. El máximo exponente de este pensamiento fue Ptolomeo, cuya teoría geocentrista fue aceptada por la Iglesia y el feudalismo y convirtiéndola en la teoría dominante hasta el renacimiento. La Iglesia defendía que la Tierra era el lugar del hombre, y como tal debía ser el centro del universo. Sí es cierto que para nosotros la Tierra es inmensa, lo que ha propiciado que los autores antiguos le dieran un papel muy importante a nuestro planeta y formularan teorías en las que aparece en el centro del universo, pero lo cierto es que nuestro amado planeta no es ni mucho menos el centro del universo.

El 5 de septiembre de 1977 fue enviada desde Cabo Cañaveral una sonda robótica espacial, la Voyager 1, cuyo fin es estudiar los límites del sistema solar, incluido el cinturón de Kuiper y más allá. Actualmente es el objeto hecho por el hombre que más lejos se encuentra de la Tierra.
 
Para hacernos una idea de lo pequeña que es la Tierra, en Júpiter existe una tormenta llamada la gran mancha roja dentro de la cual cabrían dos Tierras mientras que dentro del sol cabría 1,3 millones de veces.

Es precisamente este instrumento el que, desde mi punto de vista, nos ha abierto los ojos. El 14 de febrero de 1990 uno de los grandes hombres de la ciencia contemporánea, Carl Sagan, decidió girar una de las cámaras de la Voyager en dirección a la Tierra y desde unos 6.000.000.000 Km y realizar una fotografía en la que nuestro planeta se aprecia como un punto de luz apenas perceptible. Toda esa grandiosidad de nuestro planeta es simplemente una mota de polvo, un punto azul pálido dentro de la inmensidad del universo.
Nuestra Tierra es una pequeña canica dentro del universo, pero es nuestro hogar y como tal debemos cuidarla.



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jueves, 13 de diciembre de 2012

Pléyades


Son muchos los objetos profundos del cielo nocturno. Uno de mis favoritos y sobre los que voy a desarrollar esta entrada son las Pléyades. Se trata de un cúmulo abierto de estrellas muy jóvenes (se puede apreciar por el tono azul y blanquecino de las mismas) cuya distancia estimada de la Tierra es de unos 440 años luz situadas cerca de la constelación de Tauro. 

Si bien el cúmulo en total tiene más de 500 estrellas, son 7 las estrellas que se pueden observar de forma muy sencilla. Alcione, Mérope, Maya, Electra, Taygeta, Coele y Atlas.

Muchas culturas de la antiguedad ya conocian a las Pléyades. Los chinos las mencionaban ya por el 2357 a.C. La cultura Maya trazaba sus templos y observatorio de modo que señalaran la salida de las Pléyades, e incluso existe una leyenda polinesia que dice que antiguamente las Pléyades eran parte de una gran estrella, pero por su vanidad el dios Tane le lanzó a la estrella Aldebarán contra ella haciendola añicos. 
Estos objetos tienen una importancia todavía mayor en la cultura griega. Las Pléyades, eran las 7 hijas del titán Atlas con la ninfa marina Pléyone, nacidas en el monte Cileno. Las Pléyades tenían unos encantos considerables con dioses olímpicos muy importantes como Zeus, Ares y Poseidón. 

Al ser Atlas obligado a cargar sobre sus hombros con el mundo, Orión persiguió durante cinco años a las Pléyades, y Zeus terminó por transformarlas primero en palomas (Pléyade significa paloma en griego) y después en estrellas para consolar a su padre. Se dice que la constelación de Orión sigue persiguiéndolas por el cielo nocturno.
                                                     

Pero, ¿cómo podemos localizar a este hermoso cúmulo de estrellas? Las Pléyades se pueden localizar de una forma muy sencilla si nos guiamos por la estrella más brillante del firmamento: Sirio. Una vez localizada esta estrella, proyectamos una línea que pase por las estrellas del cinturón de Orión. Continuando la línea, finalmente nos encontraremos con el cúmulos de las Pléyades. El momento más idóneo para observar este cúmulo de estrellas es en invierno en el hemisferio norte y en verano del hemisferio sur. 
Realmente es un objeto digno de ver como otros muchos del espacio profundo. Desgraciadamente la observación no será la misma en una gran urbe que en un pueblecito, pero os animo a salir a explorar el cielo, pues es uno de los espectáculos más maravillosos que nos ha podido brindar la naturaleza, y si tenéis un pueblo o villa alejada de las luces de la ciudad, podréis comprobar que lo que digo es cierto con sólo alzar la vista al firmamento.

Como datos curiosos, añado que Aldebarán significa ''la que persigue'', en referencia a que esta estrella sigue el cúmulo de las Pléyades. Además la empresa automovilística Subaru, cuyo nombre es la traducción al japonés de Pleyade, utiliza en su logotipo la figura del cúmulo de las Pléyades.

¡Un saludo y hasta la próxima!

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